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La industria cafetera de América Latina, la más grande del mundo dado que representa el 61 % de la producción, se esfuerza hoy en abrirle mercado a sus cafés especiales, un as bajo la manga para hacer frente a los estragos que están causando la crisis climática, la migración y los cambiantes precios internacionales.

Para 2024 en Brasil, el mayor productor y exportador mundial de café, se espera que la cosecha ronde los 70 millones de sacos, según cifras oficiales.

Al hablar de café especial, los expertos se refieren al que está calificado con más de 80 puntos en una escala de 100 con la que los expertos evalúan el sabor, el tamaño, el aroma y el origen. De ese tipo de café, el gigante suramericano produce ocho millones de sacos anuales, el 80 % de los cuales destina a la exportación.

Tantas cualidades hacen que el valor de un saco de café especial alcance los 1.140 reales (231 dólares), lo que supera en 187 reales (38 dólares) el precio del café tradicional.

Tras la pandemia del coronavirus empezó una «búsqueda por aquello que hace diferente a un café», lo que «creó oportunidades para los pequeños negocios» que venden sabores «fermentados, licorosos o ácidos», asegura a EFE el director ejecutivo de la Asociación de Cafés de Especialidad de Brasil, Vinícius Estrela.

Identidad del café

En Colombia, donde la producción de café alcanzó en 2023 los 11,4 millones de sacos de 60 kilos en 2023, la industria cafetera tiene una gran incidencia en la identidad,  el paisaje y hasta la arquitectura de las zonas productoras. De hecho, Colombia es el tercer mayor productor mundial, luego de Brasil y Vietnam.

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De esta actividad viven unas 560.000 familias, por lo que no es raro que la nación andina haya encontrado en los cafés especiales una opción para ampliar su presencia en mercados en donde los consumidores pagan más por una calidad excelsa.

Colombia inició hace más de veite años una estrategia para darle una «diferenciación al grano» que permita que los caficultores obtengan un mayor beneficio económico, explica a EFE Esteban Ordóñez, gerente comercial de la Federación Nacional de Cafeteros.

Por ello, «de las exportaciones de la Federación, entre el 40 % y el 45 % corresponde a cafés estándar, y el 60 % a cafés con algún tipo de valor agregado», detalla.

En el futuro, y gracias a su ubicación geográfica, «Colombia seguirá siendo un proveedor muy importante para todos los tostadores de cafés especiales» porque «es un origen que los grandes mezcladores siempre van a querer tener», apunta Luis Fernando Vélez, fundador de la compañía Amor Perfecto, presente en Uruguay, Panamá, Egipto, Corea del sur, Aruba, Rumania y España.

Un avance en ese sentido es el que está logrando Café Devoción, un emprendimiento familiar colombiano creado en el 2006 que ha sido seleccionado entre los diez mejores tostadores en Estados Unidos por críticos gastronómicos de medios como The New York Times y U.S.A Today.

Al firmar un acuerdo con FedEx, la empresa de transporte exprés más grande del mundo, la empresa colombiana logra llevar en muy pocos días el grano desde las fincas colombianas a las tazas de los consumidores, un proceso que antes se demoraba entre seis y doce meses.

«La gran diferencia de nosotros es que vemos al café como un (producto) perecedero desde antes de que comenzara la moda de los cafés especiales, y nos dimos cuenta de que si íbamos a las diferentes regiones de Colombia, podíamos tener grano fresco todo el año», comenta Elliot Sutton, presidente de Café Devoción.

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EFE

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Source: Descifrado

La entrada Cafés especiales: el as bajo la manga para afrontar la crisis del sector en Latinoamérica se publicó primero en Descifrado.